Cuando hay confianza, los colaboradores voluntariamente estarán siempre dispuestos y de manera proactiva al trabajo en equipo de forma óptima, unida y eficiente. Adoptan un propósito común, asumen riesgos, piensan de forma creativa, se ayudan mutuamente, y se comunican de manera abierta y sincera. Cuando no hay confianza, las personas compiten por los puestos de trabajo y/o las tareas, acaparan la información, no asumen riesgos y hablan de los demás, en vez de con ellos.
En todos los equipos de trabajo, la confianza se construye, pero también se destruye.
La confianza está presente en el ADN de las relaciones humanas, como parte fundamental del funcionamiento de los equipos de trabajo, porque su éxito depende precisamente de las relaciones entre sus miembros.
La confianza es un valor sustancialmente vulnerable en el trabajo en equipo, durante los procesos de rápido crecimiento o cambio, en los equipos de trabajo que tienen cierta rotación entre sus miembros, o cuando se trata de equipos de trabajo virtuales cuyo contacto físico es escaso.
No es ningún secreto que la confianza es el activo más deseado por los líderes corporativos y necesario para el trabajo en equipo durante los procesos productivos. Sin embargo, pese a la importancia, la necesidad y la demanda de una confianza más sólida, los equipos de trabajo tienen dificultad para desarrollarla y mantenerla a largo plazo.
La confianza se suele considerar el pilar fundamental de las relaciones poderosas en los equipos de trabajo, que generan poderosos resultados productivos en las empresas.
Algunos estudios indican que en los entornos donde el nivel de confianza es elevado, los colaboradores están siempre dispuestos al trabajo en equipo y a lograr objetivos
Se enorgullecen de formar parte de su equipo de trabajo y están motivados para cumplir las metas por altas que sean, y producir los mejores resultados, por la dignidad de su equipo. Se sienten seguros de sí mismos y de los demás miembros del equipo. Saben lo que se espera de ellos, y trabajan por superar las expectativas, pero son conscientes de lo que pueden esperar a cambio. No se reprimen. Piensan de forma creativa y están dispuestos a asumir riesgos calculados. Saben que sus compañeros no son rivales, sino aliados con los que pueden crecer personal y profesionalmente. Crean e innovan a sabiendas de que, si cometen un error, sus compañeros de equipo acudirán en su ayuda y todos podrán utilizar ese error para aprender y desarrollarse. Comparten libremente la información, colaboran y utilizan las habilidades y conocimientos de unos y otros de manera productiva, logrando así trabajo en equipo.
Las empresas necesitan que sus colaboradores se esfuercen al máximo, colaboren y produzcan buenos resultados mediante un trabajo en equipo eficiente y eficaz. Ellos necesitan poder relacionarse entre sí para que los vean, los escuchen y los comprendan.
La confianza tiende un puente entre la necesidad empresarial de generar resultados y la necesidad humana de relacionarse.
En cambio, si ese elemento fundamental que es la confianza se deteriora, las personas se retraen y se desvinculan. Pierden la confianza en sí mismas y en los demás, así como el compromiso con el trabajo y la organización.
Se preguntan si están donde deben estar… La duda menoscaba su confianza en ellas mismas y se plantean si cuentan con lo necesario para hacer su trabajo. El compromiso disminuye y dudan de si están en el lugar que les corresponde.
Sin confianza, las personas tienen dificultades para aportar lo mejor de sí mismas, lo que afecta negativamente a la colaboración y la productividad. Bajan los estándares de calidad en cada proceso y todo el entorno se debilita, todo resulta más difícil y requiere de más tiempo.
Los niveles de confianza en los equipos de trabajo influyen de manera directa en la capacidad de cada equipo para conseguir sus resultados. Si el nivel de confianza es bajo, se dificulta el aprendizaje, lo cual se traduce en una disminución de la eficacia. «La energía y la creatividad se desvían de la búsqueda de soluciones exhaustivas y realistas, y los miembros utilizan el problema como instrumento para minimizar su vulnerabilidad (…) mientras que, en los grupos con un nivel de confianza elevado existe menos incertidumbre generada socialmente y los problemas se resuelven con mayor eficacia».
La identificación con los equipos de trabajo se refuerza cuando los niveles de confianza crean un entorno donde se pueden asumir riesgos con tranquilidad y con la certeza de que su equipo de trabajo no lo avergonzará, rechazará ni castigará a nadie por sus conductas, esta confianza proviene del respeto mutuo y de la libertad en las relaciones entre los miembros del equipo.
La confianza, percibida como un valor arraigado en los principios o creencias, a menudo se sitúa en el terreno de lo emocional, intangible y abstracto.
Sin embargo, si comparamos los resultados obtenidos por los equipos de trabajo cuyo nivel de confianza mutua es elevado frente al impacto negativo que generado por los equipos cuyo nivel de confianza mutua es muy bajo… vemos al instante que la confianza es un activo necesario y que fácilmente se puede medir y reflejar.
La confianza en las conductas, la manera de expresarse, de ser y de reaccionar de las personas establece el tono y la dirección del trabajo en equipo. Esta dimensión de la confianza representa las intenciones de interés mutuo y es el punto de partida de una relación de equipo. Cuando los equipos tienen confianza en el carácter de sus miembros, cada colaborador tiene fe en que los demás se comportarán del modo esperado. Los miembros del equipo se preocupan los unos de los otros y tienen presentes los intereses del resto. Esta es la dimensión de la confianza básica que los equipos necesitan para ser eficaces. Los miembros del equipo desarrollan esta confianza cuando cumplen con su palabra. De esta manera, se crea una visión mutua de fiabilidad y confianza dentro del equipo. Si algún miembro del equipo no puede cumplir con su tarea, la renegocia y recibe apoyo.
La confianza en la comunicación impulsa la colaboración y crea un entorno seguro para que los miembros del equipo hablen directamente unos con otros, no solo para facilitarse información, sino también para solucionar problemas y dudas, y ofrecer permanente retroalimentación con el propósito de lograr un aprendizaje y un crecimiento más profundos. A través de la confianza en la comunicación, los equipos de trabajo ponen en práctica la transparencia: se comunican de manera abierta y sincera. Los miembros del equipo se sienten seguros para admitir sus errores y saben lo que pueden esperar de los demás. La confianza en la comunicación crea el entorno de colaboración que los equipos de trabajo necesitan para ser eficaces.
La confianza en las capacidades individuales de sus miembros da a las demás personas de cada equipo de trabajo la posibilidad de contribuir y usar sus propias habilidades, competencias y conocimientos de la mejor manera para ejercer una influencia positiva.
Los miembros de los equipos de trabajo desarrollan este tipo de confianza mediante el mejor aprovechamiento de las destrezas y capacidades del resto, en la búsqueda de valores y aportes de otros miembros, para motivar su participación en la toma de decisiones y la enseñanza de nuevas experiencias, esto permite la innovación permanente que los equipos de trabajo necesitan para ser competitivos.
Tomado de una investigación realizada por:
Copyright 2018 de Dr. Dennis Reina, Dra. Michelle Reina, Reina, A Trust Building Consultancy y Center for Creative Leadership.
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